lunes, 4 de febrero de 2013

La influencia bantú-yoruba en los cultos afrocubanos*


La influencia bantú-yoruba en los cultos afrocubanos*

por Rómulo Lachatañeré


Mencionamos, al establecer el nombre de santería para denominar a los cultos afrocubanos, que en nuestra discusión especialmente estudiaríamos el grupo de cultos conocidos bajo el nombre de majumbe o religión mayombera, y los cultos lucumí, a los cuales les daremos mayor extensión. Es de suponerse que ambos grupos de cultos estén representados por la suma total de todos los elementos religiosos procedentes de las culturas africanas que se fundieron en la amalgama sin despreciar, desde luego, el rasgo católico encontrado en ellos; mas la experiencia obtenida por nosotros al examinar estos cultos, es que los rasgos que predominan en ellos corresponden a las culturas bantús y yorubas. Quizás en una
auscultación más detenida del problema se puede obtener, o, mejor dicho, diferenciar los rasgos pertenecientes a otras culturas, como las ewe, ekoy, ibo, etc., las cuales, manifestándose en otras expresiones de la amalgama, como por ejemplo la Tumba francesa de Santiago de Cuba, la comparsa de los carabalís y otras tantas costumbres que han pasado a lo vernáculo, es presumible que también aparezcan en lo religioso, es decir, que lo que importa es determinar el grado en que están filtradas; pero como no hemos explorado este campo, sólo señalaremos aquellas influencias con las cuales nos hemos familiarizado. Sin embargo, es curioso señalar que el profesor Fernando Ortiz, en su discusión, destaca a los rasgos bantús-yorubas como los preponderantes en los cultos, es decir, lo mismo que hemos notado nosotros, ¿será que los elementos bantús y yorubas se estructuraron primordialmente en los cultos
relegando a una categoría ínfima a los otros rasgos? Puede ser posible esto, pero no contando con datos para ampliar más este aspecto de la discusión, lo dejaremos en pie para otro momento. Antes de pasar adelante en la discusión, intentemos dar una definición del sistema religioso de los afrocubanos que
concuerde con sus caracteres más salientes. De primera intención este juego de cultos se podría definir como el sistema religioso de los afrocubanos con un predominio marcado de los rasgos yoruba. Pero
en esta definición se perderían una gran cantidad de elementos específicos de estos cultos; además, ésta tiene el defecto de circunscribir la religión afrocubana a ciertas regiones, ya que el predominio yoruba no toma un carácter general, sino local. Siendo así que en la región oriental el predominio bantú se encima al yoruba, y viceversa en la región occidental. De suerte que existen diferencias de carácter regional que se deben considerar cuando se intente una definición de la Santería. Además que se ha de tener en cuenta el propio origen del vocablo santería, el cual, ya hemos expresado, surge de la original divinidad creada por los afrocubanos y conocida con el nombre de el santo y que es producto de las identidades entre los santos del panteón católico y las deidades africanas, el que parece haberse realizado de un modo parejo.
Ahora bien, igualmente parece ser que las creencias yoruba contribuyeron a que las identidades entre santo y orisha concurrieron de un modo más perfecto, pero la tendencia general del sacerdote fue la
de dar una nueva categoría a las deidades basándose en el cauce que le proporcionaba la religión católica.
El santo realmente fue la consecuencia del curso que tomó la amalgama en su aspecto religioso, manifestándose como un agente conciliador que hacía confluir hacia una cierta unidad los elementos
que expresaban los rasgos de las distintas religiones, puestas en juego con el catolicismo, produciéndose los esenciales intercambios que contribuían a la formación de los cultos, cuyo perfil definitivo estaría determinado por la mayor o menor presencia de rasgos procedentes de las variadas culturas que confluyeron o contribuyeron a la amalgama, rasgo definitivo, que ha de medirse de acuerdo con el agrupamiento de los núcleos negros, que en las distintas regiones de la Isla moldearon los rasgos de los intercambios a la manera en que el proceso social y económico se verificaba, el cual tuvo sus diferencias específicas en cada sitio.

Ya hemos hecho algunas generalizaciones sobre el modo de nuclearse las distintas tribus africanas de acuerdo con el proceso de la esclavitud, así que, en atención a nuestra definición, abundaremos en las diferencias locales que se observan en algunas regiones donde específicamente se manifiestan los cultos. Así tenemos que en ciudades de la provincia de Oriente, como Santiago de Cuba y Guantánamo, la influencia yoruba está muy debilitada, obteniendo preponderancia los elementos pertenecientes a las
culturas bantú, los cuales subordinan los elementos yorubas a los cultos kimbi o kimbisa, lo que viene a ser la expresión de los cultos majumbe de las ciudades de La Habana y Matanzas. Por otra parte, en el mismo circuito de la ciudad de La Habana, lo mismo que en la ciudad de Santiago de Cuba, se observan
diferencias locales de acuerdo con los cultos; así que el carácter local de las  creencias es cosa de primordial importancia en una definición adecuada; propongámosla, hechas ya las anteriores aclaraciones.
Nos parece correcto decir, entonces, que la Santería es la expresión de un sistema de cultos locales, cuyo elemento esencial responde a la adoración del santo o la original deidad nacida del sincretismo entre las creencias africanas y la religión católica. Predominando en los cultos que se desprenden de tal fenómeno, un rasgo determinante que está medido por el grado y carácter específico de la amalgama en las distintas localidades de la Isla donde estas originales creencias se manifiestan. En ciertas localidades se nota en los sistemas de cultos enmarcados en la santería, que el factor preponderante yoruba tiende a la absorción de los otros elementos religiosos y moldearlos a su manera. Si examinamos los rasgos bantú,
por ejemplo, y en lo que respecta a las identidades de procedencia africana, nos podremos dar cuenta que éstas evolucionan hacia la deidad original utilizando como norma la característica yoruba. Así, parece que tales creencias bantú han tenido necesidad de requerir de la mitología yoruba y sus otras esencias religiosas para igualar al santo católico y la deidad; de modo que si tomamos un grupo de deidades
de supuesta procedencia bantú en La Habana (donde se observa este fenómeno) y las comparamos con las lucumí correspondientes, se verá de inmediato una gran semejanza en las identidades así como la resaltante influencia yoruba. Así, con excepción de Yanza o Yanzan, la cual es un equivalente de la suprema deidad Iyanza o Nzambi de algunas regiones del Congo1 y que es utilizada en algunos cultos tipo lucumí como el equivalente de Yemayá, las demás pertenecientes a los señalados cultos majumbe
han establecido sus identidades de la siguiente forma:

1. Salabanda. Estimada como la deidad más importante de los cultos majumbes o mayombes, ha sido identificado con San Pedro por tener la facultad de poseer las llaves del cielo, lo cual es una de las deducciones hechas por los lucumís para identificar este santo con el Ogún del panteón yoruba. A pesar de la importancia que se le concede desde el punto de vista teológico en las prácticas del culto, Salabanda
no es estimada como una deidad indispensable y de eficacia para los trabajos, sino que este poder es transferido a Insancio o Siete Rayos, quien tiene la facultad de solventar los problemas difíciles
en la vida de los seguidores de estos cultos.

2. Asambia. Es una deidad distinta a Yanza o Yanzan. En ella radica la idea suprema de Dios, cuya concepción ha sido elaborada en la misma forma que para el Olofí u Olofin de los lucumís. Asambia es
un personaje retirado de los asuntos terrenales y vive en un plano muy elevado para tomar participación en los problemas que confrontan sus «hijos», de suerte que es usado en las plegarias e imploraciones,
muchas veces usándose la expresión ¡Dió mande!, la que parece indicar mandato o autoridad.

3. Insancio o Siete Rayos. Entre los majumbes, se le reconoce como el dueño del rayo y siendo su equivalente católico Santa Bárbara, o sea la misma santa utilizada por los lucumís para reconocer a Shangó o Changó. Además de esta similitud, ambas deidades son utilizadas para los trabajos difíciles
y los rápidos; o sea la facultad que tienen para resolver los problemas que requieren una acción rápida del santo, lo mismo que aquellos que son muy intrincados. Shangó también es el poseedor del rayo.

4. Shola o Chola Anguenge. Corresponde a «la mulata», o sea, la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de la Isla de Cuba; también es reconocida con el nombre de Madre del Agua, lo que debió de ser motivo para identificarla con la aparición de María santísima que en las cercanías de la bahía de Nipe fue encontrada por tres pescadores flotando milagrosamente en el agua. Este también fue uno de los móviles para la identificación de la Oshún del panteón yoruba.

5. Mama canata. Identificada con la Virgen del Carmen. La identificación que se ha hecho de esta virgen en los cultos de preponderancia yoruba no corresponde a ninguna de las deidades de este panteón, sino que su procedencia es ewe, según la opinión de F. Ortiz,2 tal es Naná Bakurú, Bukurú o Burukú. Es curioso señalar que la identidad realizada en Santiago de Cuba corresponde a un santo varón llamado San Emilio, patrón del terremoto. 6. El viejo Luleno. Corresponde a San Lázaro, «el hombre de las muletas» mimado y querido por los públicos de Santiago de Cuba y La Habana. Su identificación entre los lucumís corresponde a Baba-lu-ayé. Tanto en unos cultos como en otros se le conoce bajo el nombre de Asuano; así, uno de nuestros informantes nos dijo que Asuano era congo en vez de lucumí.

7. Adonque o Centella Adonque. Es la dueña de las centellas y corresponde a la Virgen de la Candelaria.  u identificación en el panteón lucumí corresponde a Oyá, también dueña de las centellas.

8. Kisimba. Corresponde a San Francisco de Asís. Es presumible que la aparición de esta deidad en el panteón majumbe tenga alguna relación con el nkissismo estudiado Dennet3 entre los bavilis de la región Mayombe en el alto Congo, cuya forma de religión es posible que entrara en Cuba. Aunque lo más  aceptable es reconocer la entrada en Cuba de sacerdotes nganga kissi, de donde se habrá derivado el término kisimba, deificando a algún sacerdote de esta línea, como ha ocurrido en Haití con algunas
deidades. La identidad de San Francisco de Asís entre los lucumís corresponde a Orunmila, Orunla u Orula, el dueño del oráculo, a quien se le concede facultades excepcionales  para curar enfermedades
dermatológicas, carácter este último utilizado para realizar la identidad majumbe.

9. Tiembla Tierra. Corresponde a la Virgen de las Mercedes; desgraciadamente no hemos colectado los datos necesarios para establecer la relación de identidad entre esta deidad y Obatalá, la identificación
lucumí y uno de los santos más importantes de este panteón en los cultos de la ciudad de La Habana.

10. Balaúnde. Deidad identificada con la Virgen de Regla, sin que sepamos el motivo, lo que nos impide establecer la correspondencia con Yemajá, la Virgen de Regla de los lucumís. Esta lista de deidades obtenida en la ciudad de La Habana corresponde también a la ciudad de Matanzas, según nuestro informante. En algunas localidades de la provincia de Matanzas, tenemos referencia, los cultos majumbe tienen gran extensión y prestigio; de suerte que mucha gente de La Habana se traslada a este sitio cuando tienen problemas intrincados que resolver. En Colón vive un santero que ha obtenido mucho éxito adivinando con una serpiente, la cual pasa por el cuerpo de los aleyos (personas que lo consultan)
y luego, arrojándola al suelo, descifra los movimientos que hace su cuerpo en torsión, con lo que hace las predestinaciones. Actualmente, y aun en la época en que Fernando Ortiz4 presentó por primera vez
la discusión de este problema, los cultos majumbes han sido absorbidos por los lucumís, presentando variaciones de acuerdo con las formas específicas que han tomado las prácticas, las cuales están guiadas por una concepción puramente individual en lo que respecta al criterio de los sacerdotes. Es posible que la forma religiosa majumbe o mayombe, haya constituido, en algún período, un sistema de cultos independientes de los cultos afectados de presencia yoruba, los cuales han evolucionado posteriormente hacia la unidad expresada por la santería, ya que son indudables los antagonismos presentados en las
expresiones que ambos grupos de cultos toman al separarse su carácter puramente teológico y dogmático, y enseñar el caudal mágico que contienen, donde parece radicar el eje económico de la cuestión. Si esta separación existió, los majumbes debieron de elaborar las formas religiosas procedentes de las culturas bantú sobreponiendo la magia a la esencia religiosa de los cultos surgidos, los cuales han evolucionado hacia los cultos lucumí, preñados del primer elemento, en proporciones tales que, en la actualidad, podemos decir que la magia mantiene la línea divisoria entre los cultos de preferente influencia yoruba y los de procedencia bantú. Realmente la magia constituye el agente diferencial entre los grupos majumbe
y lucumí. Las razones que tenemos para especular de tal forma, están guiadas por las discusiones teológicas y dogmáticas planteadas por los propios sacerdotes de uno y otro grupo. Nuestro método ha sido el de examinar, lo más cuidadosamente posible, el giro que toma la discusión del problema entre los mantenedores del Sistema Religioso Afrocubano y, en la mayoría de los casos, guiarnos por sus propias
deducciones, como medio de acercarnos al problema. De esta búsqueda hemos llegado a la conclusión, ya expuesta, de que en todos los cultos, a excepción de las manifestaciones espiritualistas que se observan en algunos de ellos donde el espíritu sustituye al santo, se trabaja indiscriminadamente con santos, de
donde se deriva la designación santería. Ahora bien, para el sacerdote afrocubano existen dos terminologías para señalar a los mencionados grupos de cultos (existe otra conocida bajo el nombre del
palo, con la cual no hemos tenido gran acercamiento). La correspondiente a los cultos majumbe o mayombe, designa a los sacerdotes con el nombre de mayomberos, y en la correspondiente a los cultos lucumí, se les llama a los sacerdotes santeros; de suerte que el afrocubano plantea una diferencia muy acentuada en categoría de acuerdo con los cultos de una procedencia y otra. Sin embargo, un mayombero no está eximido de trabajar con los santos del panteón lucumí, y viceversa, un santero no está excluido de trabajar con los santos majumbes, pero esto no impide que exista una disparidad de criterios, la que
radica en el hecho de que los santeros estiman que la presencia majumbe en la santería desacredita las fórmulas de magia blanca en beneficio de los trabajos maléficos o de magia negra entrometidos en dicho sistema de cultos, lo que hace que la terminología santero y mayombero se mantenga como un medio de distinguir el mayor o menor porcentaje de prácticas maléficas en los cultos. Pero como estas discriminaciones responden, al parecer, a razones económicas y tal vez celos profesionales, también se puede notar el fenómeno a la inversa; es decir, que los majumbes ataquen a la santería acusándola
de trabajar el mal. No obstante, nuestro criterio es el de aceptar el mayor contenido dogmático en los cultos lucumís y reconocer su influencia sobre los majumbes. Nosotros decíamos en la definición de
santería, que ésta correspondía a manifestaciones locales del fenómeno religioso afrocubano, cuyo radio de acción está comprendido especialmente en la ciudad de La Habana y algunos sitios de la provincia
de Matanzas. De esta suerte, cuando observamos la trayectoria que las religiones africanas han tomado en la parteoriental de la Isla, y en el caso especial de Santiago de Cuba, se nota que las creencias de procedencia bantú tienen más preponderancia que las yorubas en el sistema de cultos que allí encontramos. En primer término, en Santiago de Cuba nos ponemos frente a un grupo de cultos que
no podemos enmarcar dentro de la santería, sino que conservan su independencia absoluta, y el fenómeno del santo se manifiesta por medio de otros agentes que se pueden diferenciar fácilmente de la forma usual obtenida en la santería, pudiéndose decir que el santo toma la forma de un espíritu manifestado por intermedio de un médium, que bien puede pertenecer a los cultos espiritualistas o ser un sacerdote de un culto determinado. Por otra parte, en estos cultos existe una gran disminución de ceremoniales y liturgia, creciendo mucho los trabajos individuales o las relaciones individuales entre sacerdote y acólito en base de los trabajos requeridos por el último. Después de éstos nos encontramos con un grupo de cultos muy similares a los observados en la parte occidental de la Isla, cuyo carácter diferencial está manifestado
en el hecho de que las deidadesque trabajan en estos cultos por lo general son de procedencia bantú, y cuando lo son de procedencia yoruba, debilitan mucho los rasgos que le son innatos a éstas para ceder categoría a los bantú. Algunas personas conocedoras de las costumbres de esta ciudad, afirman que
la santería fue llevada a Santiago de Cuba por un santero de la provincia de Matanzas llamado Reinerio, y que de esto dependen los rasgos tan diluidos que presenta de los elementos yoruba, porque la santería debió de subordinarse a los cultos congos establecidos de antemano. Esto puede ser posible, pero no nos parece una explicación plausible para la aclaración del problema. Este Reinerio, en la época en que lo conocimos (1937), tenía un número bastante importante de seguidores. Sacerdote del culto de Shangó, era
considerado como el santero de más prestigio de la ciudad. Procedente, como dijimos, de la provincia de Matanzas, hacía varios años que, establecida su residencia en Santiago de Cuba, conducía sus ceremonias y demás prácticas del culto de acuerdo con las peculiaridades que se observan en la región occidental; lo que posiblemente, a causa de lo novedoso de su liturgia, atrajo la atención del público, creándose la fama que le conocimos, a la vez que, cabe dentro de lo posible, fueron estas las causas estimadas para onsiderarlo como el introductor de la santería. Pero cuando nosotros presenciamos las ceremonias de este santero, éstas presentaban, más o menos, las características de los demás cultos de esta ciudad, o sea, la disminución del rasgo yoruba en beneficio del bantú. Quiere decir que el culto de Reinerio se absorbía paulatinamente en el marco general de los cultos observados en Santiago de Cuba; aun así, es posible que este santero haya impuesto algunas innovaciones a los cultos, pero sólo eso. La forma característica de santería que encontramos en esta parte de la Isla se debe, seguramente, a un proceso que tiene su origen en la amalgama de los pueblos africanos que afectaron esta región, cuyos intercambios se desenvolvieron en concordancia con una serie de peculiaridades ausentes en las otras regiones donde encontramos variaciones en los cultos; así es como notamos la fuerte presencia bantú y quizás ewe o del tipo dahomeyano. A lo menos los tambores usados en algunos ceremoniales, parecen proceder de las culturas ewe, los que correspondiendo a los usados en la tumba francesa y que, es muy posible, fueron introducidos por esclavos procedentes de Haití son de una longitud de tres pies aproximadamente, la circunferencia del parche es amplia y la base, que ha de descansar en el suelo, es más angosta. Además se usan otros instrumentos musicales que no hemos visto en La Habana, como marugas y los cencerros. Asimismo, en los cantos e imploraciones a los santos, se nota la mezcla de voces bantú «españolizadas»
y las voces yorubas, diluyéndose grandemente el carácter ritual yoruba encontrado en las mencionadas localidades de occidente. Las identificaciones de las deidades con los santos católicos también se han
hecho con mucho desacuerdo a las verificadas en la parte occidental; existiendo varias deidades no sólo no conocidas en La Habana, sino que corresponden a santos católicos adorados en Santiago de Cuba, pero sin trascendencia en otros lugares. Estas identificaciones indudablemente fueron elaboradas con un criterio que reflejaba los intercambios entre la religión católica, atendiéndose la forma específica de manifestarse ésta, y las deidades africanas, evolucionando también de acuerdo con la forma en que las religiones originales reaccionaron en un ambiente que expresaba un proceso económico y social que descansaba en un sistema de plantaciones atenuado, o por lo menos, no con un ritmo tan violento como
en occidente, el cual provocó la presencia más acentuada de la calidad de culturas africanas predominantes hoy en los cultos tipo lucumí, a la vez que dicha marcha de la producción influyó de otro
modo en el proceso católico. Veamos cómo fueron realizadas las identificaciones en Santiago de Cuba. Y
haremos la observación de que la deidad más importante del panteón de Santiago de Cuba es Baba-lú-Ayé, identificado con San Lázaro lo mismo que en La Habana. Las deidades donde se muestra mayor
disparidad son las siguientes:

1. Oyá. Corresponde a Santa Clara en algunos cultos, en otros ha sido identificada como la Virgen del Carmen. En La Habana Oyá corresponde a la Virgen de la Candelaria, no habiendo podido encontrar
la identidad con Santa Clara. En lo que respecta a la virgen del Carmen, ésta es conocida en La Habana como Naná Bacurú.

2. Yanza. Corresponde a la Virgen de la Candelaria, la cual ha sido identificada con Oyá en La Habana, aunque en algunos cultos se acepta la identificación de Santiago de Cuba.

3. Papa Ponú. Identificado con San Juan de Nepomuceno, santo muy poco adorado en La Habana y por lo tanto no nos ha sido posible encontrar su equivalente.

4. Echu. Corresponde al Ánima Sola del Purgatorio. En La Habana Echo o Echu corresponde a Satán en algunos cultos, en otros es estimado como el mismo Elegua, el cual se identifica unas veces con San Antonio y otras con el Ánima Sola.

5. Yeguá. Identificada con la Virgen de los Dolores, más adorada en Santiago de Cuba que en La Habana. En esta ciudad corresponde a la Virgen de los Desamparados.

6. Papa Inlé. Corresponde a San Rafael. En La Habana a este santo se le llama simplemente Inlé.

7. Osain. Identificado con San Emilio, santo que no suena mucho en La Habana, donde esta deidad ha sido reconocida como San José.

8. Orula-guáo. Reconocido como San José de la Montaña. Este Orula-guáo es el propio Orúnmila, al cual en los cultos de La Habana se le designa indistintamente como Orúnmila, Orula u Orunla, pero su identificación corresponde a San Francisco de Asís.

9. Yanza-Majumbe. Esta es una deidad distinta de Yanza y no logramos encontrarla en la ciudad de La Habana. Su equivalente católico es Santa Mónica.

10. Ochosi. Corresponde en el panteón de La Habana a San Norberto (los informantes de Fernando Ortiz lo identifican con San Alberto). En Santiago de Cuba se le conoce como Santiago Arcángel.

11. Angajú. En Santiago de Cuba corresponde a San Miguel Arcángel, mientras que en La Habana lo conocen como San Cristóbal.

12. Oke-té. Esta es la deidad de las montañas en la tierra yoruba. En Santiago de Cuba se le conoce como Santa Marta. En La Habana desconocemos su identidad.

13. Naná Burukú. La identificación en Santiago de Cuba corresponde a San Emilio.

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