La influencia bantú-yoruba en los cultos afrocubanos*
por Rómulo Lachatañeré
Mencionamos, al establecer el
nombre de santería para denominar a los cultos afrocubanos, que en nuestra discusión
especialmente estudiaríamos el grupo de cultos conocidos bajo el nombre de majumbe o religión mayombera, y los cultos lucumí, a los cuales les daremos mayor
extensión. Es de suponerse que ambos grupos de cultos estén representados por
la suma total de todos los elementos religiosos procedentes de las culturas
africanas que se fundieron en la amalgama sin despreciar, desde luego, el rasgo
católico encontrado en ellos; mas la experiencia obtenida por nosotros al
examinar estos cultos, es que los rasgos que predominan en ellos corresponden a
las culturas bantús y yorubas. Quizás en una
auscultación más detenida del
problema se puede obtener, o, mejor dicho, diferenciar los rasgos
pertenecientes a otras culturas, como las ewe, ekoy, ibo, etc., las cuales,
manifestándose en otras expresiones de la amalgama, como por ejemplo la Tumba francesa de Santiago de Cuba, la comparsa
de los carabalís y otras tantas costumbres que
han pasado a lo vernáculo, es presumible que también aparezcan en lo religioso,
es decir, que lo que importa es determinar el grado en que están filtradas;
pero como no hemos explorado este campo, sólo señalaremos aquellas influencias
con las cuales nos hemos familiarizado. Sin embargo, es curioso señalar que el
profesor Fernando Ortiz, en su discusión, destaca a los rasgos bantús-yorubas
como los preponderantes en los cultos, es decir, lo mismo que hemos notado
nosotros, ¿será que los elementos bantús y yorubas se estructuraron primordialmente
en los cultos
relegando a una categoría ínfima
a los otros rasgos? Puede ser posible esto, pero no contando con datos para
ampliar más este aspecto de la discusión, lo dejaremos en pie para otro
momento. Antes de pasar adelante en la discusión, intentemos dar una definición
del sistema religioso de los afrocubanos que
concuerde con sus caracteres más
salientes. De primera intención este juego de cultos se podría definir como el sistema religioso de
los afrocubanos con un predominio marcado de los rasgos yoruba. Pero
en esta definición se perderían
una gran cantidad de elementos específicos de estos cultos; además, ésta tiene
el defecto de circunscribir la religión afrocubana a ciertas regiones, ya que
el predominio yoruba no toma un carácter general, sino local. Siendo así que en
la región oriental el predominio bantú se encima al yoruba, y viceversa en la
región occidental. De suerte que existen diferencias de carácter regional que
se deben considerar cuando se intente una definición de la Santería. Además que se ha de tener en
cuenta el propio origen del vocablo santería, el cual, ya hemos expresado, surge de la original
divinidad creada por los afrocubanos y conocida con el nombre de el santo y que es producto de las
identidades entre los santos del panteón católico y las deidades africanas, el
que parece haberse realizado de un modo parejo.
Ahora bien, igualmente parece
ser que las creencias yoruba contribuyeron a que las identidades entre santo y orisha concurrieron de un modo más
perfecto, pero la tendencia general del sacerdote fue la
de dar una nueva categoría a las
deidades basándose en el cauce que le proporcionaba la religión católica.
El santo realmente fue la consecuencia del curso que tomó la
amalgama en su aspecto religioso, manifestándose como un agente conciliador que
hacía confluir hacia una cierta unidad los elementos
que expresaban los rasgos de las
distintas religiones, puestas en juego con el catolicismo, produciéndose los
esenciales intercambios que contribuían a la formación de los cultos, cuyo
perfil definitivo estaría determinado por la mayor o menor presencia de rasgos
procedentes de las variadas culturas que confluyeron o contribuyeron a la
amalgama, rasgo definitivo, que ha de medirse de acuerdo con el agrupamiento de
los núcleos negros, que en las distintas regiones de la Isla moldearon los
rasgos de los intercambios a la manera en que el proceso social y económico se
verificaba, el cual tuvo sus diferencias específicas en cada sitio.
Ya hemos hecho algunas
generalizaciones sobre el modo de nuclearse las distintas tribus africanas de
acuerdo con el proceso de la esclavitud, así que, en atención a nuestra
definición, abundaremos en las diferencias locales que se observan en algunas
regiones donde específicamente se manifiestan los cultos. Así tenemos que en
ciudades de la provincia de Oriente, como Santiago de Cuba y Guantánamo, la
influencia yoruba está muy debilitada, obteniendo preponderancia los elementos
pertenecientes a las
culturas bantú, los cuales
subordinan los elementos yorubas a los cultos kimbi o kimbisa, lo que viene a ser la expresión de los cultos majumbe de las ciudades de La Habana y
Matanzas. Por otra parte, en el mismo circuito de la ciudad de La Habana, lo
mismo que en la ciudad de Santiago de Cuba, se observan
diferencias locales de acuerdo
con los cultos; así que el carácter local de las creencias es cosa de primordial importancia
en una definición adecuada; propongámosla, hechas ya las anteriores
aclaraciones.
Nos parece correcto decir,
entonces, que la Santería es la expresión de un sistema de cultos locales, cuyo
elemento esencial responde a la adoración del santo o la original deidad nacida
del sincretismo entre las creencias africanas y la religión católica.
Predominando en los cultos que se desprenden de tal fenómeno, un rasgo
determinante que está medido por el grado y carácter específico de la amalgama
en las distintas localidades de la Isla donde estas originales creencias se
manifiestan. En
ciertas localidades se nota en los sistemas de cultos enmarcados en la santería, que el factor preponderante
yoruba tiende a la absorción de los otros elementos religiosos y moldearlos a
su manera. Si examinamos los rasgos bantú,
por ejemplo, y en lo que
respecta a las identidades de procedencia africana, nos podremos dar cuenta que
éstas evolucionan hacia la deidad original utilizando como norma la
característica yoruba. Así, parece que tales creencias bantú han tenido
necesidad de requerir de la mitología yoruba y sus otras esencias religiosas
para igualar al santo católico y la deidad; de modo que si tomamos un grupo de
deidades
de supuesta procedencia bantú en
La Habana (donde se observa este fenómeno) y las comparamos con las lucumí correspondientes, se verá de
inmediato una gran semejanza en las identidades así como la resaltante
influencia yoruba. Así, con excepción de Yanza o Yanzan, la cual es un
equivalente de la suprema deidad Iyanza o Nzambi de algunas regiones del Congo1
y que es utilizada en algunos cultos tipo lucumí como el equivalente de Yemayá,
las demás pertenecientes a los señalados cultos majumbe
han establecido sus identidades
de la siguiente forma:
1. Salabanda. Estimada como la deidad más importante de los
cultos majumbes o mayombes, ha sido identificado con San Pedro por tener la
facultad de poseer las llaves del cielo, lo cual es una de las deducciones
hechas por los lucumís para identificar este santo con el Ogún del panteón yoruba. A
pesar de la importancia que se le concede desde el punto de vista teológico en
las prácticas del culto, Salabanda
no es estimada como una deidad
indispensable y de eficacia para los trabajos, sino que este poder es
transferido a Insancio o Siete Rayos, quien tiene la facultad de solventar los
problemas difíciles
en la vida de los seguidores de
estos cultos.
2. Asambia. Es una deidad distinta a Yanza o Yanzan. En ella
radica la idea suprema de Dios, cuya concepción ha sido elaborada en la misma
forma que para el Olofí u Olofin de los lucumís. Asambia es
un personaje retirado de los
asuntos terrenales y vive en un plano muy elevado para tomar participación en
los problemas que confrontan sus «hijos», de suerte que es usado en las
plegarias e imploraciones,
muchas veces usándose la
expresión ¡Dió mande!, la que parece indicar mandato o autoridad.
3. Insancio o Siete Rayos. Entre los majumbes, se le reconoce como el dueño del rayo y siendo su equivalente
católico Santa Bárbara, o sea la misma santa utilizada por los lucumís para reconocer a Shangó o Changó.
Además de esta similitud, ambas deidades son utilizadas para los trabajos
difíciles
y los rápidos; o sea la facultad
que tienen para resolver los problemas que requieren una acción rápida del
santo, lo mismo que aquellos que son muy intrincados. Shangó también es el
poseedor del rayo.
4. Shola o Chola Anguenge. Corresponde a «la mulata», o sea, la Virgen de la Caridad del
Cobre, patrona de la Isla de Cuba; también es reconocida con el nombre de Madre del Agua, lo que debió de ser motivo
para identificarla con la aparición de María santísima que en las cercanías de
la bahía de Nipe fue encontrada por tres pescadores flotando milagrosamente en
el agua. Este también fue uno de los móviles para la identificación de la Oshún del panteón yoruba.
5. Mama canata. Identificada con la Virgen del Carmen. La
identificación que se ha hecho de esta virgen en los cultos de preponderancia
yoruba no corresponde a ninguna de las deidades de este panteón, sino que su
procedencia es ewe, según la opinión de F. Ortiz,2 tal es Naná Bakurú, Bukurú o Burukú. Es curioso señalar que la identidad realizada en
Santiago de Cuba corresponde a un santo varón llamado San Emilio, patrón del
terremoto. 6. El viejo Luleno. Corresponde a San Lázaro, «el hombre de las muletas» mimado y
querido por los públicos de Santiago de Cuba y La Habana. Su identificación
entre los lucumís corresponde a Baba-lu-ayé. Tanto en unos cultos como en otros se
le conoce bajo el nombre de Asuano; así, uno de nuestros informantes nos dijo
que Asuano era congo en vez de lucumí.
7. Adonque o Centella Adonque. Es la dueña de las centellas y corresponde a la Virgen de la
Candelaria. u identificación en el
panteón lucumí corresponde a Oyá, también dueña
de las centellas.
8. Kisimba. Corresponde a San Francisco de Asís. Es presumible
que la aparición de esta deidad en el panteón majumbe tenga alguna relación con el nkissismo estudiado Dennet3 entre los
bavilis de la región Mayombe en el alto Congo, cuya forma de religión es
posible que entrara en Cuba. Aunque lo más
aceptable es reconocer la entrada en Cuba de sacerdotes nganga kissi, de donde se habrá derivado el
término kisimba, deificando a algún sacerdote
de esta línea, como ha ocurrido en Haití con algunas
deidades. La identidad de San
Francisco de Asís entre los lucumís corresponde a Orunmila, Orunla u Orula, el dueño del oráculo, a quien se le concede facultades
excepcionales para curar enfermedades
dermatológicas, carácter este
último utilizado para realizar la identidad majumbe.
9. Tiembla Tierra. Corresponde a la Virgen de las
Mercedes; desgraciadamente no hemos colectado los datos necesarios para
establecer la relación de identidad entre esta deidad y Obatalá, la identificación
lucumí y uno de los santos más
importantes de este panteón en los cultos de la ciudad de La Habana.
10. Balaúnde. Deidad identificada con la
Virgen de Regla, sin que sepamos el motivo, lo que nos impide establecer la
correspondencia con Yemajá, la Virgen de Regla de los lucumís. Esta lista de deidades obtenida en la ciudad de La
Habana corresponde también a la ciudad de Matanzas, según nuestro informante.
En algunas localidades de la provincia de Matanzas, tenemos referencia, los
cultos majumbe tienen gran extensión y
prestigio; de suerte que mucha gente de La Habana se traslada a este sitio
cuando tienen problemas intrincados que resolver. En Colón vive un santero que ha obtenido mucho éxito
adivinando con una serpiente, la cual pasa por el cuerpo de los aleyos (personas que lo consultan)
y luego, arrojándola al suelo,
descifra los movimientos que hace su cuerpo en torsión, con lo que hace las
predestinaciones. Actualmente, y aun en la época en que Fernando Ortiz4
presentó por primera vez
la discusión de este problema,
los cultos majumbes han sido absorbidos por los lucumís, presentando variaciones de acuerdo con las formas
específicas que han tomado las prácticas, las cuales están guiadas por una
concepción puramente individual en lo que respecta al criterio de los
sacerdotes. Es posible que la forma religiosa majumbe o mayombe, haya constituido, en algún período, un sistema de cultos
independientes de los cultos afectados de presencia yoruba, los cuales han
evolucionado posteriormente hacia la unidad expresada por la santería, ya que son indudables los
antagonismos presentados en las
expresiones que ambos grupos de
cultos toman al separarse su carácter puramente teológico y dogmático, y
enseñar el caudal mágico que contienen, donde parece radicar el eje económico
de la cuestión. Si esta separación existió, los majumbes debieron de elaborar las formas religiosas
procedentes de las culturas bantú sobreponiendo la magia a la esencia religiosa
de los cultos surgidos, los cuales han evolucionado hacia los cultos lucumí, preñados del primer elemento,
en proporciones tales que, en la actualidad, podemos decir que la magia
mantiene la línea divisoria entre los cultos de preferente influencia yoruba y
los de procedencia bantú. Realmente la magia constituye el agente diferencial
entre los grupos majumbe
y lucumí. Las razones que tenemos para especular de tal
forma, están guiadas por las discusiones teológicas y dogmáticas planteadas por
los propios sacerdotes de uno y otro grupo. Nuestro método ha sido el de
examinar, lo más cuidadosamente posible, el giro que toma la discusión del problema
entre los mantenedores del Sistema Religioso Afrocubano y, en la mayoría de los
casos, guiarnos por sus propias
deducciones, como medio de
acercarnos al problema. De esta búsqueda hemos llegado a la conclusión, ya
expuesta, de que en todos los cultos, a excepción de las manifestaciones
espiritualistas que se observan en algunos de ellos donde el espíritu sustituye al santo, se trabaja indiscriminadamente
con santos, de
donde se deriva la designación santería. Ahora bien, para el sacerdote
afrocubano existen dos terminologías para señalar a los mencionados grupos de
cultos (existe otra conocida bajo el nombre del
palo, con la cual no hemos tenido
gran acercamiento). La correspondiente a los cultos majumbe o mayombe, designa a los sacerdotes con el nombre de mayomberos, y en la correspondiente a los
cultos lucumí, se les llama a los sacerdotes santeros; de suerte que el afrocubano
plantea una diferencia muy acentuada en categoría de acuerdo con los cultos de
una procedencia y otra. Sin embargo, un mayombero no está eximido de trabajar con los santos del panteón lucumí, y viceversa, un santero no está excluido de trabajar con
los santos majumbes, pero esto no impide que exista
una disparidad de criterios, la que
radica en el hecho de que los santeros estiman que la presencia majumbe en la santería desacredita las fórmulas de
magia blanca en beneficio de los trabajos maléficos o de magia negra
entrometidos en dicho sistema de cultos, lo que hace que la terminología santero y mayombero se mantenga como un medio de distinguir el mayor o
menor porcentaje de prácticas maléficas en los cultos. Pero como estas
discriminaciones responden, al parecer, a razones económicas y tal vez celos
profesionales, también se puede notar el fenómeno a la inversa; es decir, que
los majumbes ataquen a la santería acusándola
de trabajar el mal. No obstante,
nuestro criterio es el de aceptar el mayor contenido dogmático en los cultos lucumís y reconocer su influencia sobre
los majumbes. Nosotros decíamos en la
definición de
santería, que ésta correspondía a
manifestaciones locales del fenómeno religioso afrocubano, cuyo radio de acción
está comprendido especialmente en la ciudad de La Habana y algunos sitios de la
provincia
de Matanzas. De esta suerte,
cuando observamos la trayectoria que las religiones africanas han tomado en la parteoriental de la Isla, y en
el caso especial de Santiago de Cuba, se nota que las creencias de procedencia
bantú tienen más preponderancia que las yorubas en el sistema de cultos que
allí encontramos. En primer término, en Santiago de Cuba nos ponemos frente a
un grupo de cultos que
no podemos enmarcar dentro de la santería, sino que conservan su independencia
absoluta, y el fenómeno del santo
se manifiesta por medio de otros agentes que
se pueden diferenciar fácilmente de la forma usual obtenida en la santería, pudiéndose decir que el santo toma la forma de un espíritu manifestado por intermedio de un médium, que bien puede pertenecer a los cultos
espiritualistas o ser un sacerdote de un culto determinado. Por otra parte, en
estos cultos existe una gran disminución de ceremoniales y liturgia, creciendo
mucho los trabajos individuales o las relaciones individuales entre sacerdote y
acólito en base de los trabajos requeridos por el último. Después de éstos nos
encontramos con un grupo de cultos muy similares a los observados en la parte
occidental de la Isla, cuyo carácter diferencial está manifestado
en el hecho de que las deidadesque trabajan en estos cultos por lo general son de
procedencia bantú, y cuando lo son de procedencia yoruba, debilitan mucho los
rasgos que le son innatos a éstas para ceder categoría a los bantú. Algunas
personas conocedoras de las costumbres de esta ciudad, afirman que
la santería fue llevada a Santiago de Cuba por un santero de la provincia de Matanzas llamado
Reinerio, y que de esto dependen los rasgos tan diluidos que presenta de los
elementos yoruba, porque la santería debió de subordinarse a los cultos congos establecidos de
antemano. Esto puede ser posible, pero no nos parece una explicación plausible
para la aclaración del problema. Este Reinerio, en la época en que lo conocimos
(1937), tenía un número bastante importante de seguidores. Sacerdote del culto
de Shangó, era
considerado como el santero de más prestigio de la ciudad.
Procedente, como dijimos, de la provincia de Matanzas, hacía varios años que,
establecida su residencia en Santiago de Cuba, conducía sus ceremonias y demás
prácticas del culto de acuerdo con las peculiaridades que se observan en la
región occidental; lo que posiblemente, a causa de lo novedoso de su liturgia,
atrajo la atención del público, creándose
la fama que le conocimos, a la vez que, cabe dentro de lo posible, fueron estas
las causas estimadas para onsiderarlo como el introductor de la santería. Pero cuando nosotros presenciamos las
ceremonias de este santero, éstas presentaban, más o menos, las
características de los demás cultos de esta ciudad, o sea, la disminución del
rasgo yoruba en beneficio del bantú. Quiere decir que el culto de Reinerio se
absorbía paulatinamente en el marco general de los cultos observados en
Santiago de Cuba; aun así, es posible que este santero haya
impuesto algunas innovaciones a los cultos, pero sólo eso. La forma
característica de santería
que encontramos en esta parte de la Isla se
debe, seguramente, a un proceso que tiene su origen en la amalgama de los
pueblos africanos que afectaron esta región, cuyos intercambios se
desenvolvieron en concordancia con una serie de peculiaridades ausentes en las
otras regiones donde encontramos variaciones en los cultos; así es como notamos
la fuerte presencia bantú y quizás ewe o del tipo dahomeyano. A lo menos los
tambores usados en algunos ceremoniales, parecen proceder de las culturas ewe,
los que correspondiendo a los usados en la tumba francesa y que, es muy posible, fueron introducidos por esclavos
procedentes de Haití son de una longitud de tres pies aproximadamente, la
circunferencia del parche es amplia y la base, que ha de descansar en el suelo,
es más angosta. Además se usan otros instrumentos musicales que no hemos visto
en La Habana, como marugas
y los cencerros. Asimismo, en los cantos e imploraciones a los santos, se nota la mezcla de voces bantú
«españolizadas»
y las voces yorubas, diluyéndose grandemente
el carácter ritual yoruba encontrado en las mencionadas localidades de
occidente. Las identificaciones de las deidades con los santos católicos
también se han
hecho con mucho desacuerdo a las verificadas
en la parte occidental; existiendo varias deidades no sólo no conocidas en La
Habana, sino que corresponden a santos católicos adorados en Santiago de Cuba,
pero sin trascendencia en otros lugares. Estas identificaciones indudablemente
fueron elaboradas con un criterio que reflejaba los intercambios entre la
religión católica, atendiéndose la forma específica de manifestarse ésta, y las
deidades africanas, evolucionando también de acuerdo con la forma en que las
religiones originales reaccionaron en un ambiente que expresaba un proceso
económico y social que descansaba en un sistema de plantaciones atenuado, o por
lo menos, no con un ritmo tan violento como
en occidente, el cual provocó la presencia
más acentuada de la calidad de culturas africanas predominantes hoy en los
cultos tipo lucumí, a la vez que dicha marcha de la producción influyó de otro
modo en el proceso católico. Veamos cómo
fueron realizadas las identificaciones en Santiago de Cuba. Y
haremos la observación de que la deidad más
importante del panteón de Santiago de Cuba es Baba-lú-Ayé, identificado con San Lázaro lo mismo que en La Habana. Las
deidades donde se muestra mayor
disparidad son las siguientes:
1. Oyá.
Corresponde a Santa Clara en algunos cultos, en otros ha sido identificada como
la Virgen del Carmen. En La Habana Oyá corresponde
a la Virgen de la Candelaria, no habiendo podido encontrar
la identidad con Santa Clara. En lo que
respecta a la virgen del Carmen, ésta es conocida en La Habana como Naná Bacurú.
2. Yanza.
Corresponde a la Virgen de la Candelaria, la cual ha sido identificada con Oyá en La Habana, aunque en algunos cultos se acepta la
identificación de Santiago de Cuba.
3. Papa Ponú. Identificado con San Juan de Nepomuceno, santo muy poco adorado
en La Habana y por lo tanto no nos ha sido posible encontrar su equivalente.
4. Echu.
Corresponde al Ánima Sola del Purgatorio. En La Habana Echo o Echu corresponde
a Satán en algunos cultos, en otros es estimado como el mismo Elegua, el cual
se identifica unas veces con San Antonio y otras con el Ánima Sola.
5. Yeguá.
Identificada con la Virgen de los Dolores, más adorada en Santiago de Cuba que
en La Habana. En esta ciudad corresponde a la Virgen de los Desamparados.
6. Papa Inlé. Corresponde a San Rafael. En La Habana a este santo se le llama
simplemente Inlé.
7. Osain.
Identificado con San Emilio, santo que no suena mucho en La Habana, donde esta
deidad ha sido reconocida como San José.
8. Orula-guáo. Reconocido como San José de la Montaña. Este Orula-guáo es el propio Orúnmila,
al cual en los cultos de La Habana se le designa indistintamente como Orúnmila, Orula u Orunla, pero su identificación corresponde a San
Francisco de Asís.
9. Yanza-Majumbe. Esta es una deidad distinta de Yanza y
no logramos encontrarla en la ciudad de La Habana. Su equivalente católico es
Santa Mónica.
10. Ochosi.
Corresponde en el panteón de La Habana a San Norberto (los informantes de
Fernando Ortiz lo identifican con San Alberto). En Santiago de Cuba se le
conoce como Santiago Arcángel.
11. Angajú.
En Santiago de Cuba corresponde a San Miguel Arcángel, mientras que en La
Habana lo conocen como San Cristóbal.
12. Oke-té.
Esta es la deidad de las montañas en la tierra yoruba. En Santiago de Cuba se
le conoce como Santa Marta. En La Habana desconocemos su identidad.
13. Naná Burukú. La identificación en Santiago de Cuba corresponde a San Emilio.